Tiempo era un niño caprichoso y omnipotente: sin importar lo que pasara, él seguía su camino, sin detenerse, sin escuchar. No se cansaba, no le importaban las desgracias ni las alegrías. No importaba si lo llamaban para que se detuviera o si le gritaban que se fuera rápido; él seguía siempre a paso constante su camino.
Layfan Chau
21 años
21 años
2 comentarios:
Este cuento si que me ha dejado sorprendido.
Te felicito Layfán, escribes muy lindo.
José
Gracias!
Publicar un comentario