Lo de encontrarse el viernes a
esa hora fue idea de ella,
caminamos tranquilamente un rato
y nos tomamos de la mano.
Pero no nos abrazamos
hasta la tercera o cuarta cuadra.
Queríamos prolongar el momento,
no había apuro, por lo menos por esa noche,
abrazarse de inmediato hubiese sido poco delicado.
Esas cuadras eran cómo un elástico
que se estira y estira hasta soltarse
irreversiblemente en un abrazo grande que,
perdonando el cliché,
me hacía olvidarme de todo, la oficina,
la separación, el juicio por la tuición, los tribunales,
hasta de llorar me olvidaba cuando
en medio del abrazo
me besaba en la mejilla y decía:
tenía tantas ganas de verte papá.
esa hora fue idea de ella,
caminamos tranquilamente un rato
y nos tomamos de la mano.
Pero no nos abrazamos
hasta la tercera o cuarta cuadra.
Queríamos prolongar el momento,
no había apuro, por lo menos por esa noche,
abrazarse de inmediato hubiese sido poco delicado.
Esas cuadras eran cómo un elástico
que se estira y estira hasta soltarse
irreversiblemente en un abrazo grande que,
perdonando el cliché,
me hacía olvidarme de todo, la oficina,
la separación, el juicio por la tuición, los tribunales,
hasta de llorar me olvidaba cuando
en medio del abrazo
me besaba en la mejilla y decía:
tenía tantas ganas de verte papá.
Antonio Razeto
2 comentarios:
A mi amiga valecab
tienes una mente de poetisa k me has hexo llorar
te deseo lo mejor y sigue asi nomas
xauz
increible
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