Bajo la sucia y fría luz de un poste santiaguino,
una chica y un muchacho, uno frente a otro, se miraban a los ojos.
Él temblaba, quizás por lo helada que estaba la noche,
o quizás por lo que sentía por aquella chica de mirar dulce y hermosa sonrisa;
intuitiva, alegre… y lejana.
-Me tengo que ir- dijo el chico, desanimado,
deseando que sus palabras detuviesen el tiempo
para poder mirar aquellos ojos infinitos,
profundos como el cielo nocturno, para siempre.
-Está bien- respondió ella, intentando calmar la tempestad en su interior.
Se abrazaron bajo la fría luz de la calle y permanecieron así,
sin que ninguno se atreviera a soltar al otro,
temiendo que ese fuera el último abrazo que se darían.
Y esa noche de invierno siguió su curso,
aunque ahora a ninguno de ellos les parecía tan fría como antes.
José Catalán
18 años
18 años
3 comentarios:
Tu cuento esta divino!!! Me encantan los hombres románticos, aunque tu cuento también deja entre ver algo de melancolía. Ojalá sigas publicando tus cuentos.
Francisca Contreras
Excelente!
Como que la situación tiene un aroma a declaración y a despedida a la vez.
Sigue publicando!
José! que genial fue leer algo escrito por ti en un sitio así... revise el blog y está buenisimo..
me egusto mucho tu relato, me imagine en ese ambiente frio de una de las tantas esquinas de santiago...
TE felicito!! los felicito por el blog =)
saludos
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